En España se desechan unos 20 millones de dispositivos móviles al año
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La mayoría de las reparaciones móviles se llevan a cabo en dispositivos que se encuentran en sus primeros 18 meses de vida. A partir de ese momento, el usuario tiende a cambiar de dispositivo, aunque este no haya dejado de funcionar y aunque esté dentro del periodo de garantía. Es lo que conocemos por obsolescencia percibida.
La telefonía móvil es uno de los mercados con mayor demanda a nivel global. Al finalizar 2022 el 90% de la población mundial poseía, al menos, un smartphone, ascendiendo esta cifra al 96% en el caso de España. Estos dispositivos se han catalogado como artículos tecnológicos de alta rotación debido a los rápidos avances y a sus precios cada vez más asequibles.
Según datos de ANOVO, durante 2022, el 70% de los dispositivos móviles reparados se encontraban dentro de sus primeros 18 meses de vida. Durante ese periodo muchos usuarios utilizan la garantía para reparar sus dispositivos, pero a partir de esa fecha parece que la población española suele cambiar de dispositivo móvil, aunque estos no hayan dejado de funcionar y aunque se encuentren dentro del periodo de garantía, que, desde enero de 2022 se ha ampliado hasta los 36 meses. Este fenómenos se conoce como obsolescencia percibida, y es que los usuarios perciben que sus smartphones quedan obsoletos por la rápida evolución tecnológica. Ello hace que se desechen 20 millones de dispositivos móviles al año sólo en España, lo que supone unas 2.000 toneladas de residuos.
El valor de la economía circular
Este elevado nivel de rotación genera un gran impacto a nivel medioambiental ya que la cantidad de residuos ha aumentado de forma exponencial durante los últimos años. Y es que sólo el 20% de los residuos electrónicos se recicla de forma adecuada en nuestro país, lo que nos coloca a la cola de Europa, donde la media de tratamiento de residuos ronda el 35%.
En lugar de seguir el modelo lineal de “usar y desechar”, la economía circular fomenta la reutilización, el reciclaje y la regeneración de los recursos. Esto reduce la cantidad de residuos enviados a los vertederos y disminuye la necesidad de extracción de materiales naturales, conservando valiosos recursos como minerales, metales y agua. De esta manera se reduce el impacto negativo en los ecosistemas, fomentando la biodiversidad.
A través de la economía circular también se fomenta el uso de energías renovables y la implementación de prácticas de eficiencia energética. Estas medidas reducen la huella de carbono y el impacto ambiental asociado con la producción y el consumo de energía. Además, la generación de energía a partir de residuos orgánicos y la valorización energética de materiales, pueden ayudar a generar energía limpia y renovable.