La futura reforma farmacéutica europea impulsa al sector a plantearse la sostenibilidad

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Las principales posibilidades para conseguir una industria más respetuosa con el medioambiente se identifican en la cadena de suministro, aunque aspectos como el embalaje también pueden ayudar a reducir la huella de carbono del sector.

La Unión Europea ha presentado este año un paquete de reforma legislativa del sector farmacéutico que incluye dos propuestas, una nueva directica y un nuevo reglamento. La primera incluye todos los requisitos reglamentarios de autorización, control, etiquetado, protección y comercialización, mientras que el reglamento establece normas específicas, como las que rigen la Agencia Europea de Medicamentos o las de gestión coordinada de la escasez crítica de suministros.

La iniciativa busca modernizar el sector y asegurar el acceso a los medicamentos en todo el territorio de la Unión. La propuesta está sobre la mesa, pero todavía no hay fechas para su entrada en vigor, periodo después del cual todavía habrá que esperar a la trasposición a las legislaciones locales de los estados. El ámbito y objetivos son otros, pero la propuesta incorpora en un par de puntos la mención a hacer los medicamentos “sostenibles desde el punto de vista medioambiental”.

Una mención que ha sudo suficiente para que el sector ya se empiece a plantear cómo ser más sostenibles, quizá motivado también por la creciente preocupación por la sostenibilidad que supone la constatación de los efectos del cambio climático. Sea como fuere, ha sido uno de los temas que traslucido en el congreso PharmaLog de iKN, que ha dado cita esta semana a los profesionales de la cadena de suministro farmacéutico español.

Los tres apartados en los que los representantes del sector consideran que pueden mejorar la sostenibilidad del sistema son el embalaje, la optimización general de la logística y el uso de medios de transporte sostenibles, si es posible 100% eléctricos. Uno de los ponentes del congreso, Antonio Ballesteros, supply chain manager de Abbott, señaló que para reducir la huella de carbono hay que conocer las necesidades reales de los clientes, lo que “permitirá reducir y optimizar el número de envíos, dando como resultado una reducción de las emisiones”.