La sostenibilidad de la banca, pendiente de la gestión del efectivo
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En la banca, como en el resto de sectores industriales y en la sociedad, avanzar hacia la sostenibilidad es uno de los principales retos para la próxima década.
Muchas entidades plantean en sus estrategias la necesidad de transformar su operativa y procesos hacia una menor huella de carbono o, mejor, hacia el net-zero antes de 2050, pero, según un informe de Accenture, aunque la mayoría de las grandes entidades del mundo está comprometida con ello, solo alrededor de un 12% está consiguiéndolo hasta el momento. La compañía Auriga ha realizado un análisis sobre cómo una mejor gestión de las aplicaciones y usos del efectivo puede suponer un salto cualitativo en sostenibilidad para los bancos. Estos son los aspectos clave a tener en cuenta:
El dinero en sí: El uso de efectivo genera menos emisiones de las que podemos pensar. Por ejemplo, una transacción en efectivo genera menos de 5kg de CO2 comparada con los 200g de CO2 emitidos para producir una chocolatina de 40gr, según un estudio del Dutch National Bank. Las casas de la moneda de todo el mundo trabajan para lograr una reducción de las emisiones mediante procesos de producción que utilicen menos agua y con energías renovables. A día de hoy, el dinero es totalmente reciclable y muchos de los nuevos billetes ya se fabrican a partir de productos de algodón y su durabilidad permite que puedan permanecer en la cadena de suministro durante años.
Los cajeros: El Banco Central Europeo estima que el 37% del impacto medioambiental de los billetes de euro es atribuible al consumo de electricidad de los ATM. Es fundamental, por tanto, avanzar hacia una renovación de estos dispositivos por nuevos modelos que consuman menos energía (por ejemplo que usen iluminación LED de bajo consumo, sensores ambientales de luz o componentes electrónicos más eficientes). La tecnología en general: Los servicios digitales dependen de un considerable consumo energético para alimentar el software y el hardware que alimentan el procesamiento de los datos y su gestión. La incorporación de tecnologías como la IA requiere una capacidad aún mayor de los centros de datos hasta, prácticamente, doblar el consumo de energía de los datacenters en todo el mundo. Sin olvidar el incremento del uso de agua utilizada para la refrigeración de estos sistemas (un centro de datos ‘mediano’ puede consumir diariamente tanta agua como 100.000 hogares, según un estudio realizado en EEUU).
El transporte: Tras el consumo de energía de los cajeros, el segundo mayor contribuyente a la huella de carbono del dinero son los servicios de cash-in-transit o distribución de efectivo a las sucursales y cajeros. Se puede conseguir mucho utilizando analíticas predictivas y herramientas para determinar de manera unívoca los servicios necesarios y los niveles de efectivo para cada cajero, optimizando toda la planificación de trayectos. Los cajeros recicladores pueden contribuir también a que las visitas de los CIT puedan llegar a reducirse en más de 150 al año, con lo que se podrían llegar a ahorrar hasta 1700 kg de CO2 por cajero y año.