Epson: cuando la apuesta por la sostenibilidad no es papel mojado

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Epson Suwa

La compañía nipona es un ejemplo de gran corporación tecnológica que lleva el compromiso medioambiental tan en su ADN, que realizó sus primeras iniciativas de sostenibilidad medioambiental mucho antes de que fuera trending topic en el mundo tecnológico. Mucho antes de que existieran conceptos como el propio trending topic o el greenwashing.

Este año la Comisión Europea prepara una Propuesta de Directiva sobre normas para fundamentar alegaciones ecológicas que intenta combatir el greenwashing, esto es, el postureo ecológico que lleva a exagerar o mentir sobre las propiedades ecológicas de productos o servicios. La Comisión toma la iniciativa al considerar que el 53% de las afirmaciones ecológicas “brindan información vaga, engañosa o infundada» y que «la mitad de todas las etiquetas verdes ofrecen verificación débil o inexistente».

Un ejemplo de preocupación real frente al reto medioambiental, muy lejos del greenwashing, es el de la compañía Epson, que no solo se preocupa, sino que se ocupa poniendo sobre la mesa medidas concretas durante décadas que demuestran que su apuesta por la sostenibilidad no es papel mojado. Si rastreamos la actividad de la compañía desde los años 70 del siglo pasado veremos que sus medidas para proteger el medioambiente y potenciar la sostenibilidad no son una cuestión de imagen, sino que responden a un deseo genuino de no dañar el entorno natural.

Décadas de protección del medioambiente

El primer paso de Epson en la década de 1970 fue tratar las aguas residuales de su primera fábrica junto al lago Suwa, en la prefectura de Nagano, Japón, estableciendo normas medioambientales internas para evitar la contaminación del lago. Normas incluso más estrictas que las que exigía la legislación nipona. En los 80 la compañía inició sus programas para la reducción del uso energético en sus instalaciones, logrando en 1983 el premio Good Lighting Award del Instituto de Ingeniería de la Iluminación japonés por el sistema de microcontroladores para hacer más eficiente el sistema de iluminación de su fábrica en Shoen.

Cuando al final de la década se constató que uno de los elementos que utilizaba Epson en sus procesos, el clorofluorocarbono (CFC), era uno de los causantes del agujero en la capa de ozono, la compañía decidió simplemente deshacerse de él. En 1992 ya lo había eliminado completamente de sus fábricas en Japón y en 1993 también en sus instalaciones en el resto del mundo. Además, en 1991 creo un centro de limpieza para que sus proveedores pudieran eliminar también el uso de CFC.

Llaman mucho la atención las declaraciones de Tsuneya Nakamura, presidente de Seiko Epson, cuando en 1992 recibió un premio (el primero de seis consecutivos) de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos por su programa de eliminación de CFC: “Cuando se hizo evidente que el CFC estaba dañando la capa de ozono, tomamos de inmediato la decisión de eliminarlo de nuestras operaciones. Al principio, no creí que la decisión fuera tan importante; pero después, cuando nos seleccionaron para recibir el premio, me di cuenta de lo que habíamos logrado”. Es decir, no se hizo por una cuestión de imagen sino porque, sencillamente, es lo que había que hacer.

Una ambición medioambiental en todos los ámbitos

En 1998, la compañía se dio cuenta de que hacía falta algo más que medidas puntuales para afrontar de forma seria su impacto medioambiental, por lo que estableció un plan general de acción, desarrollado por seis comités de expertos: Comité medioambiental de productos, Comité de ahorro de energía, Comité de cero emisiones, Comité de reciclaje de productos, Comité de control de sustancias químicas y Comité de abastecimiento ecológico.

Un año después, la compañía empezó a publicar un informe medioambiental anual para rendir cuentas de sus acciones y abrirse además a las sugerencias del público. En 2003, se transformó en el informe de sostenibilidad, con una concepción más amplia que abarcaba también sus programas con impacto en la sociedad. De hecho, ya una década antes habían logrado el premio de reducción de deshechos del estado de California por su programa de voluntariado de limpieza costera y por sus esfuerzos para reducir los deshechos.

Los frutos de una estrategia de sostenibilidad proactiva, impulsada con convencimiento por parte de la dirección de la empresa, se han visto en las siguientes décadas. En la década de los 2000, Epson se unió a otras empresas para formar un equipo de control de la energía en la región de Suwa, que luego se amplió para dar cobertura a toda la prefectura de Nagano. En Indonesia, la compañía reforestó 300 hectáreas, en lo que se llamó el “Bosque de Epson”. En 2001, todos los centros de fabricación y las oficinas de Epson en todo el mundo obtuvieron la certificación de la norma ISO 14001, que ayuda a garantizar la continuidad y efectividad de los programas medioambientales.

También fue la década de las etiquetas ecológicas en sus productos, con información de los atributos medioambientales, el abastecimiento ecológico de los materiales de producción, bajo los criterios de su norma “Estándar de abastecimiento ecológico de producción del grupo Epson”, o del programa de cero emisiones, por el que en 2003 todas las instalaciones de Epson en el mundo habían alcanzado el nivel 1 que consistía en reciclar el 100% de las emisiones que genera la actividad de la empresa.

La mirada puesta en el futuro ecológico

Epson no ha rehuido la transformación interna, aunque fuese costosa, para evitar elementos nocivos en su producción; ni rendir cuentas de sus actividades medioambientales. Y tampoco imponerse objetivos de futuro que le permitan seguir esa ruta de sostenibilidad. En 2008 creó su “Visión medioambiental 2050”, en la que se marcaba objetivos a largo plazo, seguida por la política medioambiental a medio plazo de 2010, SE15, para fijar los hitos que apoyen esa visión.

Además de buscar la eficiencia en sus productos o potenciar el reciclaje del papel en las oficinas, Epson fue una de las 54 empresas globales que apostó por una acción climática ambiciosa en la cumbre OnePlanet 2017, dos años después del Acuerdo de París. El efecto de todas estas iniciativas es patente en estos momentos. Merece la pena ver la declaración ambiental 2022 de Epson Ibérica, con una detallada disección de impactos y actividades medioambientales de la compañía en su sede de Sant Cugat del Vallès (Barcelona).

A nivel europeo, también es interesante su Informe de Sostenibilidad de Epson Europe en el que se detallan los avances de Epson en ahorro de energía, agua y CO2, su compromiso con la cadena logística y de fabricación o su decidida apuesta por productos respetuosos con el medioambiente que ayuden a otras empresas a reducir su propio impacto. Destacan las iniciativas de la compañía para potenciar la economía circular o el proceso de diseño para el medioambiente integrado en el desarrollo de todos sus productos.

Epson presenta un conjunto de medidas de sostenibilidad amplio, ambicioso y en constante evolución. Su historial de iniciativas medioambientales se remonta décadas en el tiempo, lo que habla de la seriedad de la compañía en este ámbito y la sitúa como un ejemplo que seguir en políticas corporativas de sostenibilidad. Tan lejos como se puede estar del postureo ecológico del greenwashing.